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Wilma, 20 agosto 97 / 21 junio 13Como le decía hoy a mi profe, no importa cuántas veces haya pasado por esto. Como no importa la certeza de estar haciendo lo que es mejor para ti.

Llevarte en brazos a la clínica veterinaria por última vez sabiendo que cuando vuelva a casa lo haré sin ti va a ser mi esquina doblada de este año.

Aun así intentaré no recordarte como estas últimas semanas, dando vueltas sin rumbo por el salón con la cabeza gacha y la lengua fuera, como los toros antes de que los terminen de torturar.

Te recordaré en el césped de nuestra casa de Gelves, con todos aquellos pensamientos al fondo; o esperándome en la alfombrilla al salir de la ducha cuando aún podías seguirme a todas partes sin caerte; o pegando carreras como una loca el día que te sacamos de la perrera.

Te voy a echar tanto, tanto de menos, mi niña… Te he querido tanto.

Gracias por estos 16 años siendo mi sombra.

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Qué puedo decir…

Cinco años deberían haber sido un buen entrenamiento y aún así…

Echaré de menos sentirme culpable por no ir a verte. Echaré de menos echarte de menos, pantera.

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Hasta el viernes pasado, en que fuimos al aeropuerto a despedir al Escocés (que se iba a México unos diíllas) había dos cosas que tenía claras: 1) que cuando un tío te invita a cenar, la cena la acabas pagando tú (de un modo u otro) y 2) que los frutos secos envasados que más me gustaban del mundo mundial eran los del paquete Mix de Grefusa 8)

Pero, por esas cosas de la vida (que Iberia llamaría imprevistos), el vuelo a Madrid se retrasó un par de horillas, lo que nos dio tiempo para despedirnos como Paco manda, o sea, en la cafetería del aeropuerto.

Y allí estaba yo, con mi camiseta nueva del Gran Lebowski, buscando infructuosamente algo que no llevara ni atún ni jamón de ese rosa (que nunca he probado) entre los sandwiches catalogados como «vegetales», cuando los vi en el expositor: Cacahuetes al horno.  No tenían mala pinta y pagaba el Escocés, así que pillé un paquete (a pesar de que costaba más caro que los masajes que dan debajo de mi casa) y un bitter (pa’empujar).

No sé qué esperaba encontrar. Nada, supongo. Bueno, sí, cacahuetes al horno, que era lo que ponía en letras bien grandes en la bolsa. Pero aquello estaba demasiado bueno para no estar frito…

Imagino que si llego a estar en casa, estudiando, me habría entretenido media hora inspeccionando el paquete y leyendo hasta la última letra pequeña, incluidas las de los ingredientes. Pero el Escocés iba a cruzar el charco en apenas unas horas y yo estaba tan distraída pensando en lo largos que se me iban a hacer los días hasta que volviera, que se me acabé la bolsa sin darme apenas cuenta.

Y llegó la hora de despedirse.

Besos, abrazos, te quiero, ¿llevas dinero por si te para la poli?, te echaré tanto de menos… llama cuando llegues, vale?…

Entonces recordé aquellos cacahuetes, los que trajo Ainara de México hará un mes, que eran picantes y estaban increíbles, supongo que gracias a su ingrediente estrella:

… y trae cacahuetes de los de titanio¡¡¡

Total, peores cosas me habría metido yo en la boca 8)

(…)

Ayer le pedí a mi bombón que me comprara cosillas para picar mientras estudiaba, a lo que él, como somos pocos y nos conocemos mucho, me respondió que de cosillas nada, que le dijera qué quería exactamente.

– Mmm. No sé. Algo salado y que no vaya frito… cacahuetes como los del aeropuerto, mismo.

Que engordar, pensé, engordarían un huevo, como todos los frutos secos, pero al menos no me sentiría culpable por estar comiendo porquerías. Y como para responder a mi pregunta no explícita, en cuanto los tuve en mis manos le di la vuelta al paquete y me puse a leer…

‘El consumo recomendado de frutos secos dentro de un estado de vida saludable es de 3 a 7 porciones por semana’.

Guay! -pensé. Teniendo en cuenta que sólo en lo que iba de ésta, yo llevaba ya por lo menos 10, según ese estudio iba a estar sÚpersaludable 😀

Y seguí leyendo, aunque con dificultad porque esta vez la letra era más pequeña y estaba sobre un fondo oscuro.

Cacahuetes tostados sazonados:

Sazonados? mmm, esa palabra no estaba delante…

Ingredientes: cacahuetes…

Correcto¡ 8)

…condimento preparado [estabilizador (sorbitol), almidón de patata modificado, harina de arroz, extracto de levadura, levadura en polvo, azúcar caramelizado, dextrosa, aroma, especias, cebolla en polvo]

Ein???? 😯

…estabilizador (goma arábiga), sal. Puede contener trazas de trigo.

Cojones con la dieta saludable¡

Si esto fuera un cómic – pensé– la combinación de cacahuetes con titanio y cacahuetes sazonados que me he metido entre pecho y espalda últimamente, habría producido alguna alteración en mi ADN y ahora tendría sin duda algún tipo de sÚperpoder…

Y me comí un puñao más, envidiando en silencio a los que no sienten la necesidad de enterarse siempre de todo… Pero sobre todo envidiando a los que dicen que se sientan a estudiar y lo hacen, sin dejar que los distraiga una mosca que pase o una bolsa de cacahuetes…

Tras un esfuerzo titánico, conseguí dejar la bolsa a un lado – pensando que ahora la frase «peores cosas te habrás metido en la boca», que tanto nos gusta decir por aquí, cobraba un nuevo significado- y seguir repasando Economía.

Repasando, no estudiando¡ A 4 días del examen¡¡ Ésa sí que era una novedad¡¡¡

Lo mismo los cacahuetes modificados sí que me habían dado sÚperpoderes después de todo… 8)

(…)

PD.- Pues sí, esto es todo lo que me ha pasado últimamente. La vida de estudiante universitaria es lo que tiene: una juerga detrás de otra 😀

Escrito por: Bloody el 05 Nov 2009 –

Tras una tarde larguísima y una noche aún más larga, en la que miré mi móvil unas quinientas veces para comprobar que no tenía ningún mensaje, el jueves amaneció atacando por sorpresa…

‘Gema perdona q t moleste dori esta en tu azotea qedatela ya ablaremos…’

A pesar de la hora (7.30 a.m.) y de que ni siquiera me había tomado aún el primer Red Bull del día, sentí que me despertaba en el acto (no sé si por la noticia en sí, o por ver tantas faltas en tan pocas palabras…) Y no fui la única. En cuanto Nacho, que tampoco se había tomado aún el café, y Paula, que estaba todavía roneando en la cama, supieron que Sugus estaba en la azotea de nuestro edificio, les faltó tiempo para apuntarse a la expedición.

A mí, que nunca antes había subido allí (quizá porque aún no estuviera tan despierta como pensaba, o quizá porque tomo más medicación que el señor Burns) la vista desde la azotea me pareció de lo más surrealista. A lo lejos, el campanario de la Giralda, rodeado por los tejados cercanos, me recordó a una jirafa irguiendo el cuello entre un montón de arbustos. Mientras que en el cielo un trozo de arcoiris casi vertical era devorado por una inmensa nube negra… (lo dicho, no os droguéis o acabaréis como yo!) …

Eso sí, de Sugus ni flores.

Apuramos la búsqueda hasta última hora, pero no hubo suerte. Nacho tenía que irse a trabajar, y Paula y yo a nuestros respectivos coles. La verdad es que me planteé muy seriamente escaquearme y seguir buscándola, pero las prácticas eran obligatorias, y grupales, y las tenía a primera hora.

Por descontado, reanudamos la búsqueda nada más llegar, preguntando por los bloques cercanos y recorriendo las azoteas colindantes. Al final fue Nacho quien, por tercera vez en 4 días, encontró a Sugus (pa’algo tenía que servirle ser espía, digo yo). Estaba maullando, acurrucada en un trastero de la mismísima azotea del bloque donde vivía su dueño, lo que confirmaba lo mucho que querían a su mascota en aquella casa y cuantísimo la echaban de menos…

Igual había vuelto a escaparse precisamente por eso, para que la echaran de menos. O puede que el sentimiento a esas alturas fuera mutuo, y que se hubiera largado porque se había dado cuenta de que no pintaba nada en aquella familia. Muy traumatizada no parecía, desde luego. De hecho, al poco de entrar (una vez más) por la puerta de casa en brazos de Nacho, comió, bebió, se fue a su mantita en el sillón y se quedó frita.

Si seguís mi blog, ya os habréis dado cuenta de que los bichos me pueden, en particular los gatos, sobre todo los grises. Y en ese momento, hecha un ovillo como estaba, y aunque ella no lo supiera, Sugus tenía más poder sobre mí que la mortadela sobre mi madre.

(…)

Por desgracia, al llegar la noche nuestro piso pareció quedársele pequeño. A base de zarpazos, arrancó el perfil protector de la puerta principal, tratando en vano de encontrar un hueco por el que escapar. Los mimos y los juegos no servían de distracción, y que dejara de maullar parecía misión imposible. No se dejaba coger y cuando intentabas acariciarla contestaba con bufidos. Por mucho que me costara reconocerlo, Sugus, acostumbrada como estaba a campar a sus anchas por las azoteas, necesitaba espacio. Y en este piso de 70 metros, cariño el que quisiera, pero espacio…

Entonces recordé algo que me había dicho su antiguo dueño. Antes de que nos ofreciéramos a quedarnos con ella, estaban pensando llevársela a un chalé que tenían en Sanlúcar, donde había gatos a tutiplén y, sobre todo, mucho campo.

Al día siguiente, después de discutirlo con Nacho, hablé con él y le conté lo que pasaba. Me dijo que lo entendía y que su hijo se pasaría a la hora de comer a recogerla.

No se pasó a la hora de comer, sino por la tarde, cuando pensé que ya se habría olvidado. Tampoco vino su hijo mayor (al que ya conocía), sino la chica (como la llaman aquí), con dos niños menores de diez años y una niña de la edad de mi hija, que ni siquiera le dedicaron a Sugus una caricia.

Una vez más tuve que ser yo la que la metiera en la gatera (vista la costumbre de esa familia por meterla a capón). Y una vez más me sentí una traidora. Justo al cerrar la puerta empecé a pensar que me había equivocado, que había tirado la toalla demasiado pronto. Pero ya era demasiado tarde…

Desde que Sugus no está, me siento como una mierda. Y la echo de menos, más de lo que alguien que nunca haya tenido gatos podría llegar a entender.

De hecho, todavía no he quitado su mantita del sofá. Porque nunca se sabe…

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Escrito por: Bloody el 28 Oct 2009 –

– No le pongas nombre. Si se lo pones, seguro que llama el dueño y se la lleva.

– Y no es eso lo que quieres?¡¡

– Psiiii….

En ésas estaba yo, dialogando conmigo misma (definitivamente, tengo que darle la razón a Fer: estoy pa’llá), cuando vi la chapa de Sugus que llevo en la bolsa de la cámara.

– Cielo, qué te gusta más Sugus o Marta?

– Qué??

– El nombre para la gata. Sugus o Marta? Marta, como la gata de McCartney… bueno, en realidad era Martha. Hasta le dedicó una canción, no la conoces?

– Nop… Pero Sugus me gusta.

Y así fue como Sugus se quedó con ese nombre. Al menos hasta el martes a la hora de comer, cuando el dueño me llamó para preguntarme cuándo podía pasarse a recoger a Dori… Al parecer vivía en el bloque de al lado, en el ático, y la gata, que estaba la mayor parte del tiempo en la azotea, se había pasado a la nuestra sin que se dieran cuenta.

Dejé la comida en el plato, y a Chema, a Nacho, a Paula y y a mi padre (que estaba de visita y nos había invitado a comer fuera) plantados a la mesa, y me vine para casa.

En el portal me esperaba un niño de unos 12 años con un trasportín para gatos. Parecía contento, pero no demasiado. No lo suficiente. Y desde luego, no todo lo ansioso que cabría esperar. Entramos en casa y allí estaba ella, en el sofá, encima de su mantita. El niño la llamó ‘Dori¡ Hola, Dori…’. Pero Sugus no sólo no se inmutó, sino que pasó de él una cosa mala…

Malo, pensé yo.

La cogí en brazos y me despedí de ella, diciéndole que no se escapara más. El niño, con más fuerza que maña, intentó meterla en el trasportín, pero Sugus no estaba por la labor. Al final tuve que ser yo la que la metiera, sintiéndome una traidora por hacerlo…

Al cerrar la puerta supe cuánto la iba a echar de menos, aunque sólo la hubiera tenido un día y medio. Nacho también estaba triste, más incluso que yo. Fuimos todo el camino hasta la facultad hablando de ella, tratando de convencernos el uno al otro de que era lo mejor que podía pasar, un problema menos para nosotros y la satisfacción de saber que has hecho lo correcto.

Satisfacción? Una chica polla¡ Los dos sabíamos que nos la hubiéramos quedado encantados, y los dos estábamos seguros de que ella, de haber podido elegir, habría preferido quedarse. Pero así eran las cosas…

Al llegar de clase, me di cuenta de que no tenía ninguna urgencia por subir a casa, así que me entretuve quitando todos los carteles que había puesto por la zona (unos 20). Cuando Nacho llegó estaba aún más triste que a medio día, así que propuse ver cualquier cosa en la tele e intenté no sacar el tema de Sugus.

(…)

Esta mañana la empresa de Nacho estaba en huelga, y él salió una hora más tarde que de costumbre. Cuando oí la llave a los 5 minutos, pensé que habría olvidado algo. Pero no. Más bien era al contrario…

‘Adivina a quién me he encontrado en el pasillo… ‘

Reconozco que durante un buen rato dudé si marcar o no el número del hombre que interrumpió ayer mi comida…

(…)

Hace un momento su dueño (esta vez el padre del niño) ha venido a buscarla. Me contó que desde que la recogieron ayer, estaba loca por irse de nuevo y que esta mañana la mujer se dio cuenta de que lo había conseguido.

– Y resulta que se ha venido aquí, a la puerta de tu casa…

– Sí…

Luego me contó que la gata estaba todo el día sola, que dos de sus tres hijos ni siquiera se habían dado cuenta de que se había escapado, que su mujer, tras haber tenido un aborto, estaba embarazada de nuevo y no quería a la gata demasiado cerca…

No me he andado por las ramas (entre otras cosas, porque no sabría cómo hacerlo). Hemos tenido una breve charla sobre Sugus / Dori, y sobre lo que, desde mi punto de vista, sería lo mejor para ella. Le he pedido que lo hable con su mujer y que me llamen cuando decidan si se la quedan o me la traen de vuelta. Él parece razonable, pero la gata, a fin de cuentas, es suya.

Veremos en qué acaba todo esto…

De momento no voy a contarle nada de este reencuentro con Sugus a mi padre. Bastante lo tuve ya que escuchar el otro día. Y lo peor es que sé que, muy en el fondo, algo de razón tiene…

‘Martha, my dear’ / Fool’s Garden.

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Escrito por: Bloody el 23 Feb 2008.

Ésta ha sido una semana muy larga (madre de Paco, si ni siquiera ha acabado todavía!), donde los días han tenido 72 horas. Una semana triste de mañanas lluviosas y noches oscuras.

Pero también ha sido una semana llena de cariño. Y no de cariño de todo a cien, sino del bueno, del que no se espera ni se pide y sin embargo encuentras justo cuando más lo necesitas en forma de llamada, de sms, de mail, y en el mejor de los casos, en forma de abrazo.

Ayer, sin ir más lejos, quedé con un amigo que no sólo me dió un abrazo enorme, sino que me invitó a comer. El sitio me pillaba un poco a trasmano, y la pasta estaba mal cocida y un poco sosa, pero con todo y con eso, mereció la pena haber ido.

Y ya que estaba allí, aprovechó para darme un sobre que un amigo común (uno que prometía mucho pero que al final ni me pintó el salón, ni na de na. Promesas, promesas…) le había dejado encargado que me diera.

Yo esperaba, por supuesto, que estuviera lleno de billetes de 500, sin embargo sólo había una carta…

En ella, este otro amigo me contaba muchas cosas, unas me hicieron sonreír y otras me hicieron pensar; Y aunque al acabar de leerla estuviera llorando como una gilipollas, no era de pena, nooooo, sino de coraje… El muy cabrón se ha ido diciendo la última palabra, y eso es algo que siempre he llevado regular.

El caso es que este amigo, que además de Feo es un cachondo, me decía en su carta: mira tú si existe dios y la virgen y san pedro y llego al cielo y me pasa como en los chistes…, jeje.

Yo reconozco que no creo en esas cosas, supongo que porque me parecen el timo de la estampita: no bebas, no te drogues, no comas sin tener hambre, no desees a nadie con quien no estés dispuesto a pasar el resto de tu vida, no folles salvo para tener descendencia y, como recompensa, podrás pasar la eternidad disfrutando de la presencia de dios y cantando sus alabanzas.

Vamos, no me jodas!!! Hasta los productos de la teletienda son más vendibles que eso…

Qué queréis que os diga, puestos a imaginar que existiera algo, yo me quedo con el Valhalla que es mucho más básico: comer, beber y follar…

Además, como mi amigo es de los míos, si se ha ido a alguna parte, seguro que ha tirado pa’llá y me está esperando tumbado, para que cuando yo llegue hablemos de todas esas cosas que hemos dejado pendientes él y yo… Veremos entonces quién dice la última palabra… ;).

Muchísimas gracias a todos los que en esta semana tan larga habéis conseguido apartar un poquillo las nubes. Especialmente gracias a Carlos, Bombón, Jose, José F, Kike, Mariajo, Isabela, Carmen, Óskar, Celia, Blas, Pat, Montse, Helena… y a todos los que os habéis pasado por el post de hasta pronto a Javier.

Y por supuesto, muchísimas gracias a Chema.

Mañana será un día duro, la guinda a una semana perfecta: viene mi madre. Ya sabéis lo que dicen, a perro flaco…

Ya os contaré. De momento, aquí os dejo una cancioncilla.

‘Somewhere only we know’ / Keane.

I walked across an empty land,
I knew the pathway like the back of my hand.
I felt the earth beneath my feet,
Sat by the river and it made me complete.

Caminé a través de una tierra baldía
Conocía el sendero como la palma de mi mano.
Sentí la Tierra bajo mis pies,
Me senté junto al río y me sentí completo.

Oh, simple thing, where have you gone?
I’m getting old and I need something to rely on.
So tell me when you’re gonna let me in,
I’m getting tired and I need somewhere to begin.

Oh, dónde han ido las cosas sencillas?
Me hago mayor y necesito algo en lo que confiar.
Así que dime cuándo vas a dejarme pasar
Estoy cansado y necesito un lugar para empezar.

I came across a fallen elm tree,
I felt the branches; are they looking at me?
Is this the place we used to love?
Is this the place that I’ve been dreaming of?

Pasé por encima de un olmo caído
Sentí las ramas, me están mirando?
Es éste el lugar que tanto nos gustaba?
Es éste el sitio con que he estado soñando?

Oh, simple thing, where have you gone?
I’m getting old and I need something to rely on.
So tell me when you’re gonna let me in,
I’m getting tired and I need somewhere to begin.

Oh, dónde han ido las cosas sencillas?
Me hago mayor y necesito algo en lo que confiar.
Así que dime cuándo vas a dejarme pasar
Estoy cansado y necesito un lugar para empezar.

So if you have a minute why don’t we go,
Talk about it somewhere only we know?
This could be the end of everything.
So why don’t we go, somewhere only we know,
Somewhere only we know.

Así que si tienes un momento por qué no vamos
a hablarlo a algún sitio que sólo nosotros conozcamos?
Esto puede ser el final de todo.
Así que por qué no vamos a algún sitio que sólo nosotros conozcamos.
A algún sitio que sólo nosotros conozcamos.

Oh, simple thing, where have you gone?
I’m getting old and I need something to rely on.
So tell me when you’re gonna let me in,
I’m getting tired and I need somewhere to begin.

Oh, dónde han ido las cosas sencillas?
Me hago mayor y necesito algo en lo que confiar.
Así que dime cuándo vas a dejarme pasar
Estoy cansado y necesito un lugar para empezar.

So if you have a minute why don’t we go,
Talk about it somewhere only we know?
This could be the end of everything.
So why don’t we go, somewhere only we know,
Somewhere only we know.

Así que si tienes un momento por qué no vamos
a hablarlo a algún sitio que sólo nosotros conozcamos?
Esto puede ser el final de todo.
Así que por qué no vamos a algún sitio que sólo nosotros conozcamos.
A algún sitio que sólo nosotros conozcamos.

(*) Más traducciones pinchando aquí .