Como el vagabundo que tiene su banco en el parque, tuve yo mi sitio en tu cama.

Ella era la mayor de 8 hermanas. La que estrenaba la ropa que heredarían las demás. La que intentó seguir los pasos de su padre hasta que descubrió que ella era más de letras y se dedicó a estudiar civilizaciones antiguas y guerras entre países que hacía tiempo que habían dejado de existir.

Él nació con un pan a deber, dos bocas por encima y dos por debajo, el verano en que acabó la guerra. No tardó en entender que el hambre era la recompensa de quienes habían luchado en el bando equivocado. Que la vocación estaba reservada para quienes se lo podían permitir. Y a sus 9 años cambió los libros por un trabajo de repartidor.

Y como Madrid son dos calles, un día acabaron por cruzarse. Él con su tupé engrasado y su sonrisa mil veces ensayada ante el espejo. Ella con su melena lisa y aquellos enormes ojos verdes.

Y se enamoraron perdidamente, como sólo pueden hacerlo quienes no tienen nada en común. La hija del fascista y el hijo del republicano. La profesora de historia y el policía nacional. Y decidieron dar el salto. Buscaron una iglesia donde hacerlo oficial. Compraron el piso, la vajilla, el coche. Tuvieron dos niños y un perro.  A ninguno le dio por leer la letra pequeña.

.

Ella se levanta tarde y, café en mano, se sienta a ver la tele. Lo hace un día. Y otro. Y otro. Hace años que dejó de dar clases. Que los niños se fueron. Que el perro murió. A veces se le derrama un poco de café sobre el pecho y no se da cuenta. A veces se queda dormida viendo como otros viejos que se han quedado solos buscan pareja. Y a veces mira hacia atrás y acaba sumida en una tristeza de la que tarda semanas en salir. Sola.

Él se levanta temprano. Se ducha y sale de casa para tomar café con un par de antiguos compañeros. Se ducha y sale de casa para no estar con ella. Lo hace una mañana. Y otra. Y otra. Y a veces no consigue recordar quién es esa mujer de pelo cobrizo y raíces blancas que dormita en el sofá. La observa en silencio, con su camisón manchado de café y su mirada perdida, tratando de adivinar si se sentirá tan sola como él.

 Y atrapados en un marco de plata sobre la librería de un salón en el que ya nadie entra, una mujer morena y un hombre sonriente posan juntos en el día de su boda. Y son felices para siempre jamás.

counter for wordpress

– Te prometí algo y pienso cumplirlo.

– Oh, dios, Bill… eso fue hace siglos. Te libero de tu promesa. Por favor. Sigue con tu vida. Ten sexo con alguien. Sé feliz. Quiero que seas feliz.

– Yo era feliz contigo. Eras tú la que no era feliz.

– Soy feliz ahora.

– A mí no me lo pareces…

(…)

– Nunca te has enamorado?

– Si el amor es poner un sitio en la mesa para alguien que nunca va a venir, creo que paso.

(…)

– Sé que amas a Erica. Pero se casó con otro y tienes que pensar en tu futuro. No quiero pasar corriendo dentro de cinco años y encontrarte esperándome en la silla de la entrada.

– Es una silla muy cómoda.

(…)

– No soy un buen escritor. Soy un buen corrector. Pienso en nosotros. En lo nuestro. En lo que no funcionó. Esta vez podría hacerlo mucho mejor.

(…)

– No escribí nada desde que te fuiste.

(…)

– Hay días en los que no estoy segura de haber tomado la decisión correcta. Yo también tengo días malos. No sé por qué te digo esto. Supongo que no quiero que pienses que no pienso en nosotros y en todos esos años que pasamos juntos. Porque sí, pienso en ellos. En todo lo que dejé. Me pregunto si valió la pena.

– Y la valió?

– Debo irme. Feliz Navidad.

(…)

– Mi madre se le estaba tirando encima. «¿Qué pasa si Bill nos ve?» Y mi madre respondió: me da igual. Me Da Igual.

(…)

– Las cosas que me hizo, por las que la culpas, yo ya se las había hecho años antes. Me hizo prometer que si ella hacía algo igual de estúpido, yo tendría la decencia de esperarla. Y eso estoy haciendo.

– Ella esperó seis meses. Tú hace tres años que esperas. Creo que ya cumpliste tu promesa. Puedes dejar de esperar.

– Ella volverá.

(…)

– Las cosas más importantes son las más difíciles de decir.

(…)

– ¿Qué haces aquí?

– Me perdí un poco. Me preguntaba si aún habría un sitio para mí…

——————————————————————————————–

Stuck in love

Amor no es poner un lugar en la mesa para alguien cuando lo haces convencido de que es una cuestión de tiempo que vuelva para reclamarlo.

Amor es seguir poniéndolo aun teniendo la certeza de que nunca va a volver.

(..)

– Y tú, te has perdido un poco?

counter for wordpress
«- Qué bonito! – El qué? Qué es bonito? – La vida» (Amour, Haneke)

Me despierto a esa hora en que sólo los pájaros tienen algo que decir. Me pongo lo primero que pillo del montón de ropa a medio poner, le engancho la correa a Brownie, pillo sus bolsas y dejo que me arrastre.

Al salir del ascensor vemos a una chica sentada en un poyete  de los de fuera. Parece alta. Pelo largo, rubio. Pantalones inexistentes. Tacones enormes. Tiene la cara tapada con ambas manos y, antes incluso de abrir la puerta del portal, su llanto llega hasta nosotros. Dudo un segundo si preguntarle qué le pasa y finalmente giro a la derecha. Brownie sin embargo no se lo ha pensado y se queda atrás dando latigazos con su rabo y tratando de lamerle la cara. Tiro suavemente de él y abrimos la segunda puerta, la de hierro grande.

Ya en la calle, sentado en uno de esos absurdos maceteros de piedra sin planta dentro, un chico de aproximadamente la misma edad parece esperar. Brow, por supuesto, hace el amago de acercarse, pero esta vez lo veo venir y giramos a la izquierda sin miramientos.

Cuando regresamos, la chica y el chico están juntos en la acera. Ella llorando aún, él hablándole en voz muy baja, sin tocarla. Deben rondar los 18, una edad la mar de mala pa’según qué cosas… Brownie los ignora, porque cuando vuelve de su paseo lo hace jugando con la correa y no quiere saber na’de nadie. Yo trato de hacer lo mismo aunque mentalmente echo cuentas de los años de tranquilidad que me quedan hasta que Paula……….

(…)

Entrar en casa y no encontrar a Wilma esperándome al otro lado de la puerta es como sentir un brazo que ya no tienes. Es el amago de usarlo lo que te devuelve a la realidad. A una realidad de mierda.

(…)

Me pongo un café y me asomo al ventanal del salón, ese que da al patio comunitario. Echo de menos mi antiguo balcón. Salir y observar a la gente que vuelve a su casa andando muy despacito después de toda la noche de juerga. Mirar desde arriba los naranjos.

Aquí no hay naranjos. Sólo un limonero. Uno que el portero no riega. A veces lo observo cuando pasa con la manguera por entre los parterres, derramando agua mientras va de uno a otro, evitando cuidadosamente mirar atrás, donde el pobre limonero se seca a ojos vista. No logro imaginar qué puede haber hecho para merecer semejante castigo, pero con este calor no tardará en morir.

Luego, como cada mañana, busco al único vecino que siempre está despierto a esta hora, un señor mayor de escaso pelo cano que se pasea por su casa en pantalones de pijama y repasa la prensa en papel, como toda la vida, mientras sostiene su taza con la mano izquierda. Hoy sin embargo se ve que me he asomado un poco más temprano que de costumbre, porque su salón está vacío.

En la habitación de al lado, con la cama orientada hacia el ventanal, distingo unos pies y, un poco más arriba, unos boxers de rayas rojas. Me siento un poco voayeur, aunque no haya sido yo quien ha decidido no echar las cortinas. Pasado el primer arrebato de culpa me fijo mejor. Es una cama individual. Al menos desde aquí parece ridículamente pequeña. Sin sábana de arriba. Si yo viviera sola me compraría el colchón más grande que hubiera y dormiría en diagonal todas las noches…

(…)

Nada que hacer. Esperar notas, poco más. Tengo a Silva frente a mí pero a quien yo esperaba era a Camilleri. Es como cuando tengo antojo de mexicano y comemos pasta. Miro el de Silva. ‘La marca del meridiano’. Lo abro, lo hojeo y lo dejo donde estaba.

Enciendo el portátil y miro la cartelera de la Diputación. Ponen Amor, de Haneke. «Una pareja de 80 años (each)… un infarto y una hemiplejia… su amor se verá puesto a prueba…» Mmm. Sí. Definitivamente tiene pinta de fiestera, de las que me gustan a mí. No se hable más. Adjudicado Haneke por 4 pavos la entrada 😀 .

(…)

amour-739x1024 (1)Pffff. Fiestera es poco. Hacía tiempo que una peli no me sacudía de esta forma. Con un pellizco en el estómago salgo del cine y mando un wasap. Camino de casa pienso en el Escocés, tal vez por todas esas escenas en que el marido le lava el pelo, la ayuda a levantarse del water, le da la comida… Es difícil de explicar y supongo que imposible de entender, pero probablemente sean mis recuerdos más bonitos de nuestros últimos años juntos.

Siempre pensé que envejecería junto al Escocés. Saliendo del ‘Amor’ me doy cuenta de que ahora ninguna vejez estará a la altura de aquella que había imaginado, lo que me pone tremendamente triste… Y me consuelo un poco pensando que con mi historial yo no llegaré a vieja.

Ya en casa enciendo el portátil con ánimo de escribir. Es tarde, pero eso no me preocupa. Ya no quedan trabajos por hacer ni tengo nada que estudiar. Mañana volverá a ser domingo, como hoy.

Y justo cuando le doy a «Nueva entrada», me llega un wasap. «Puedo felicitarte ya?«. Y al wasap le sigue una llamada que me habla de tiempos pasados, cuando nos pasábamos horas al teléfono hablando vaya usté a saber de qué.

Cuando cuelgo la sonrisa no me cabe en la cara. Y pienso en la peli que acabo de ver, tan dura. Y en que el día amaneció con una chica llorando. Y en las casualidades. Y en que contra todo pronóstico mañana ya no será domingo, sino sábado.

counter for wordpress
– El otro día pensé en ti.

– A lo mejor por eso nos hemos encontrado hoy aquí.

(…)

– Además, está casado, y yo no quiero ser la amante de nadie.

– ¿Y por qué no quieres ser la amante de nadie, si se puede saber?

– Porque no, porque yo quiero un hombre para mí. Además, esas historias siempre acaban mal.

– Esas historias acaban cuando tienen que acabar.

(…)

– ¿Vamos a cenar, que hay un mexicano aquí abajo muy rico?

– Me encantaría pero no puedo.

– ¿Te están esperando en casa?

– Supongo. No sé.

(…)

– ¿Desde cuándo lo sabías?

– No quiero hablar de eso, Sara.

(…)

– Cuando no esté mi mujer me gustaría que nos viéramos de vez en cuando. Bueno, me voy a duchar…

(…)

– Las cosas no son siempre como una quiere. Te encuentras a las personas que te encuentras y no hay nada malo en aprovecharlo y cuando se acaba se ha acabado.

(…)

– Ana, mi mujer me ha pedido que volvamos a vivir juntos, intentarlo… y hacía días que quería decírtelo… hemos tenido una relación bonita, no, Ana?

(…)

– Es que no estoy enamorada de ti, entiendes? Hay otra persona. Creí que no volvería a verla, pero ha vuelto. ¿Qué quieres que haga?

(…)

– Me ha costado mucho sacármelo de la cabeza, sabes?

– Yo te quiero.

– Pues hacía mucho tiempo que no me lo decías…

(…)

– ¿Sabes qué es lo que más ilusión me hace? Irnos en coche, escuchar música, parar en las gasolineras…

(…)

– Todos tenemos secretos, no?

– No. Yo no.

——————————-

¿Es más infiel quien echa un polvo fuera de casa o quien se masturba a escondidas pensando en otra persona?

‘When it rains’ / Brad Mehldau (B.S.O. ‘En la ciudad’)

… y encima sale la Watling.

counter for wordpress

‘Educad a los niños y no tendréis que castigar a los adultos’ (Pitágoras).

– Ésta es una historia preciosa, pero triste. Muy triste. Te lo digo por si prefieres que no te la cuente.

– Es una historia de amor?

– Sí. Pero no acaba bien.

– Mmm…Vale, cuéntamela.

– Cyrano. Escrito por Taï-Marc Le Thanh, las ilustraciones (o sea, los dibujos) son de Rébecca Dautremer. Basado en la obra de Edmond Rostand:

Cyrano tenía una nariz enorme (…) Cyrano tenía también unos espléndidos ojos verdes, pero no era fácil descubrirlos detrás de su enorme nariz…


– Éste es Cyrano?
– Sí.
– Y por qué dice que no se le veían los ojos? Yo sí se los veo, mira, están aquí.

– Lo sé, cielo. No es que no se le vean. Lo que quiere decir es que cuando tienes algo así, una nariz enorme, o unas orejas enormes, algo que destaque mucho, hay algunas personas que sólo se fijan en eso, y les da igual que tengas otras cosas preciosas, o que seas listo o divertido, porque sólo ven aquello de lo que se pueden reír.

– Ah, ya. Como una vez que Pedro vio a un hombre muy gordo y dijo «mira, un tomate!» y Celeste se rió.

– (Grfztsk…) Sigo…

Era habitual que un chinche exclamara riendo «¡Huy qué nariz! ¡Vaya nariz! ¡Ja, ja, ja!». Cyrano le respondía que su nariz no era en verdad una nariz, sino, más bien, una percha para gorriones, o una caña para pescar carpas, o un trampolín para saltamontes…
Ves? Cyrano era muy listo, porque aprendió a reírse de sí mismo, y además lo hacía mejor que los demás. Asi, los que se metían con él se ponían en ridículo ellos solos. No hay nada que moleste más a alguien que quiera chincharte, que comprobar que no sólo no lo ha conseguido, sino que además te estás riendo de él, metiéndote no con él, sino contigo mismo, entiendes, mi vida?

– Ajá.


Cyrano estaba enamorado de su prima Roxana. Le habían dicho que no estaba bien enamorarse de su prima… Como si uno eligiera de quién se enamora…!!! (…) Roxana también estaba enamorada. De Christian. (…) Christian también estaba enamorado de Roxana, pero no se atrevía a decírselo (…) Cyrano decidió ayudar a Christian para que confesara su amor a Roxana, aunque aquello le hiciera todavía más desgraciado(levanto la vista del libro y miro a Paula, como diciéndole qué te parece?!!!)
– Seguramente es que la quería tanto que quería que fuera feliz…

– Eso es. Porque cuando quieres a alguien más que a ti mismo, quieres verlo feliz. Aunque no sea contigo. Aunque eso te haga desgraciado.

Llegó la noche y Roxana se asomó al balcón (…) Cyrano le soplaba sus poemas a Christian y éste los soltaba con su aire más inspirado (…) Y de repente, el amor se adueñó de los dos. Escondido entre la lavanda, Cyrano sintió que algo le corroía por dentroEso es lo que pasa cuando te rompen el corazón…


De Guiche era guapo, rico, inteligente y tenía una nariz pequeña y amaba la guerra. También amaba a Roxana, pero Roxana no le amaba. Como era muy orgulloso para admitir que era desgraciado, hacía como si no le importara. Pero como le importaba, mandó a Cyrano y a Christian a la guerra. Afortunadamente, antes de marchar al campo de batalla Christian se casó con Roxana (…) La guerra es terrible. La guerra es la muerte, la guerra es el odio, la guerra es el miedo, la guerra es el llanto, la guerra es el ruido. La guerra hace tanto ruido que los que la hacen se quedan completamente sordos. Tanto, que ni siquiera oyen el llanto de los niños Te acuerdas de quién es el que gana en una guerra, tesoro?
– Nadie?

– Nadie. Sigo… Cuando caía la noche, la guerra enmudecía y Cyrano pensaba en Roxana. Todos los días le escribía cartas íntimas y hermosas haciéndose pasar por Christian (…) Roxana las encontraba tan hermosas, que decidió dar una sorpresa a su marido e ir a verle (…) Cuando Roxana llegó, Christian se desespero porque comprendió que lo que ella amaba era la inteligencia y las magníficas cartas escritas por Cyrano. Huyó a la batalla para que le mataran, y le mataron.

– Y por qué Christian dejó que le mataran?

– Tú por qué crees?

– Porque estaba triste, porque sabía que él no había hecho las cartas… y … no sé.

– Y porque se dio cuenta de que aunque ella pensara que estaba enamorado de él, no era cierto. En realidad, estaba enamorada de otro hombre, aunque ni ella misma lo supiera porque ellos dos la hubieran engañado. Porque el físico, lo que hay fuera, nos puede gustar más o menos, pero de lo que nos enamoramos es de lo que hay dentro. Y Roxana estaba enamorada de lo que había dentro de Cyrano…


Roxana quedó destrozada y sólo estaba Cyrano para consolarla (…) Cyrano envejeció. Roxana seguía triste por la pérdida de su esposo(…) Ya no se ponía el vestido rojo; ahora vestía de negro. Vivía en un convento. Cyrano la visitaba con frecuencia. Porque seguía amándola

– Y por qué no se lo decía?

– Porque estaba tan seguro de que ella no podría enamorarse de alguien como él, con esa narizota, que se convenció a sí mismo de que lo hacía por ella. Ahí Cyrano fue un poco tonto, mi vida, porque se creyó tan listo como para saber lo que ella necesitaba, mejor incluso que ella misma. En el fondo lo que le pasaba es que estaba muerto de miedo. Aunque eso jamás lo habría reconocido. A la gente que es tan lista suele pasarle eso… No les gusta equivocarse.

Un día un viejo roñoso le dio un garrotazo fuerte en la cabeza. Pero a pesar de ello, Cyrano fue a visitar a Roxana (…) Ella le leyó la última carta que había recibido de Christian. Cyrano se la sabía de memoria, ya que él mismo la había escrito. Roxana se la oyó recitar a medida que ella leía, y entonces se dio cuenta de que Cyrano había sido el amor de su vida.

– Ohhh

Y Cyrano murió. (Los ojos de Paula están brillantes y muy abiertos) Pero justo antes de morir sonrió, porque estaba, por fin, en los brazos de su amada. Fin.

(…)

Si hay algo que me guste más que comprar libros para mí, es elegirlos para Paula. Mientras hago cola para pagarlos puedo imaginarme sentada en su cama poniéndole voces a los distintos personajes, y a ella interrumpiéndome con su risa o con sus preguntas. Como sucedió anoche con este maravilloso cuento.

(…)

Taï-Marc Le Thanh nos lleva de la mano de Rébecca Dautremer y sus hermosísimas ilustraciones, a un Japón feudal, donde las muchachas eran bonitas, pero no se lavaban casi nunca, y los muchachos no sonreían porque a los veinte años ya nos les quedaba casi ningún diente.

Una historia de amor contada para que hasta un adulto pueda entenderla.

counter for wordpress
Escrito por: Bloody el 11 May 2009 –

La primera vez que escuché esta canción fue hace 2 años, viendo la cuarta temporada de Scrubs, aunque reconozco que entonces no le presté mucha atención a la letra.

Entonces estaba ingresada en la séptima planta del Virgen del Rocío, y aquello no se parecía en nada al Sagrado Corazón.

No recuerdo cuántas temporadas nos llegamos a tragar en este mismo portátil, compartiendo los cascos para no molestar a nuestra compañera de habitación.

Pero recuerdo perfectamente que las nuestras eran las únicas risas que se escuchaban en el pasillo…

Y te recuerdo a ti, sentado día y noche en aquel sillón negro, sonriéndome. Y lo fuerte que me hacías sentir sólo por saberte a mi lado…

(…)

Hoy, como cada año por estas fechas, toca revisión.

No sé si lo sabrás, pero han cambiado de sitio la consulta, aunque sigue estando en la primera planta. Y ahora la cita no hay que pedírsela a Josefina, aunque ella sigue siendo la que parte el bacalao. Sólo falta que llegue y me encuentre a Paquito calvo y sonriente…

Luego están los otros cambios. Ésos que pasan desapercibidos para el resto. Ésos que -ahora lo sé positivamente- sólo a mí me afectan. Ésos que me hacen pensar que no me equivocaba en algo que te dije hace ya más de 6 meses: el material del que estás hecho es lo que te define en esencia. No puedes ser de tiza un día y de acero al siguiente. Tú nunca has sido tiza. Y yo nunca he sido de acero.

Y sé que ésta será sólo una más de las muchas páginas que he pasado últimamente.

A la fuerza ahorcan.

Por suerte, no deben quedar demasiadas…

Por suerte, no soy de acero.

‘Collide’ / Howie Day.

‘Collide’ / Howie Day.

The dawn is breaking
A light shining through
You’re barely waking
And I’m tangled up in you
Yeah

Está amaneciendo
La luz se cuela en la habitación.
Tú apenas te has despertado
y yo estoy enredado en ti.

I’m open, you’re closed
Where I follow, you’ll go
I worry I won’t see your face
Light up again

Cuando yo me abro, tú te cierras
Por donde tú vayas, yo te seguiré.
Me preocupa no volver a ver tu cara
Iluminarse de nuevo.

Even the best fall down sometimes
Even the wrong words seem to rhyme
Out of the doubt that fills my mind
I somehow find
You and I collide

Hasta los mejores se caen a veces
Hasta las palabras equivocadas parecen rimar
Fuera de todas estas dudas que llenan mi mente
De algún modo me doy cuenta
De que tú y yo chocamos.

I’m quiet you know
You make a first impression
I’ve found I’m scared to know
I’m always on your mind

Yo soy reservado, ya lo sabes
Y tú no dejas a nadie indiferente.
Y me he dado cuenta de que me da miedo saber
Que siempre piensas en mí.

Even the best fall down sometimes
Even the stars refuse to shine
Out of the back you fall in time
I somehow find
You and I collide

Hasta los mejores se caen a veces
Hasta las estrellas se niegan a brillar
Fuera de todas estas dudas que llenan mi mente
De algún modo me doy cuenta
De que tú y yo chocamos.

Don’t stop here
I lost my place
I’m close behind

No te quedes aquí.
Ése ya no es mi sitio.
Estoy justo detrás.

Even the best fall down sometimes
Even the wrong words seem to ryhme
Out of the doubt that fills your mind
You finally find
You and I collide

Hasta los mejores se caen a veces
Hasta las palabras equivocadas parecen rimar
Fuera de todas estas dudas que llenan tu mente
Finalmente te das cuenta
De que tú y yo chocamos.

You finally find
You and I collide
You finally find
You and I collide

Finalmente te das cuenta
De que tú y yo chocamos.
Finalmente te das cuenta
De que tú y yo chocamos.

(*) Más traducciones pinchando aquí.

counter for wordpress
Escrito por: Bloody el 18 Abr 2009 –

Hace mucho, mucho tiempo que no salía del cine tan impresionada, sorprendida y entusiasmada como hoy.

Creo que la última peli que vi que me dejo una sensación parecida fue ‘Fargo’, y ha llovido…

‘Déjame entrar’ es, por encima de todo, una historia de amor. Una historia de amor diferente (en la forma, no en el fondo), ambientada (y muy bien, por cierto) en la Suecia de los años 80.

Oskar (Kare Hedebrant) tiene 12 años. Es hijo único, de padres separados, y víctima de acoso escolar por parte de un grupo de compañeros de los que sueña con vengarse (o al menos, defenderse). Sin embargo, hará falta que alguien crea en él para que aprenda a devolver el golpe.

Eli (Lina Leandersson) también tiene 12 años, pero lleva tanto tiempo cumpliéndolos que ni siquiera recuerda cuándo es su cumpleaños. No es especialmente bonita, siempre va sucia y no siente frío porque ha olvidado cómo hacerlo.

Lo primero que Eli le advierte a Oskar cuando se conocen es que no puede ser su amiga, aunque él ni siquiera se lo haya pedido. Pero para su sorpresa, pronto se dará cuenta de que ambos tienen en común mucho más de lo que creía. Y es que aunque pueda parecer que Eli está de vuelta de todo, en el fondo sólo es una niña de 12 años, con sus inseguridades y sus miedos…

– ¿Te gusto?

– Sí.

– Y si no fuera una chica, ¿te gustaría?

– Mmm, supongo.

En este tipo de género es frecuente (por no decir predecible) ver cómo el/la protagonista trata de justificar sus actos contándonos por qué es lo que es, y desde cuándo. Por eso hay que subrayar el gran acierto que supone que Eli no se nos presente como una víctima en ningún momento, y aún así, logre que empaticemos con ella. Quizá por eso, etiquetarla como una de vampiros, sería algo tremendamente injusto.

Otro gran acierto creo que ha sido dejar que todo el protagonismo recaiga en los niños (tanto para lo bueno, como para lo menos bueno), relegando a los adultos a un discreto segundo plano.

Y si a todo esto añadimos una música que encaja a la perfección con las imágenes, nos encontramos ante una historia de amor tierna y hermosa, como el primer amor cuando es correspondido; A fin de cuentas, no es eso lo que todos buscamos? alguien en quien apoyarnos, alguien que crea en nosotros incondicionalmente, alguien que nos tienda la mano cuando a nuestro alrededor todo sea oscuridad?

Basada en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist (guionista de la peli), ‘Déjame entrar’ es -desde mi punto de vista- una maravilla, una película redonda que merece sin duda ser vista en pantalla grande.

Y si es en V.O.S, mejor.

Lo dicho, id al cine!!!! Y por lo que más queráis, poned el móvil en silencio¡¡¡

 

(*) Aprovecho que saco este post de borradores para añadir uno de los temas de la banda sonora, por si acaso  hubiera por aquí algún aficionadillo a ellas (a pesar de que ésta no sea de una peli porno de los 70 8) ).

‘Eli’s Theme’ (B.S.O. ‘Déjame entrar’) / Johan Soderqvist.

(**) Más musiquilla pinchando aquí.

counter for wordpress

Después de dos semanas de lluvias ininterrumpidas, por fin nevaba. En los bares, en los ascensores, en las oficinas, no se hablaba de otra cosa. Imaginó cuánto le habría gustado ver aquel manto blanco cubriéndolo todo, a pesar de que nunca había conocido a nadie que soportara peor el frío. En días como aquél, le gustaba abrazarla, notar su nariz helada en el cuello y sus manos metiéndose bajo su ropa en busca de calor. Seguramente habrían ido al Retiro y habría paseado con ella agarrada del brazo. O puede que se hubieran quedado en la cama haciendo planes y viendo caer la nieve a través del cristal. Entonces él habría dicho alguna tontería para que perdiera el hilo y habría aprovechado la ocasión para besarla. Y ella habría sonreído. Y él se habría sentido el hombre más afortunado del mundo y la habría besado de nuevo. Pensó en cuánto tiempo hacía que no la veía sonreír…

Al otro lado de la ventana, los copos de nieve le recordaban a las flores de jazmín que se desprendían de las ramas con el viento, flotando en el aire durante unos segundos para acabar posándose en el césped. Cuando plantaron aquel jazmín apenas les llegaba a las rodillas. Ocho veranos después se extendía por toda la pared y empezaba ya a trepar por la pérgola de madera que cubría el patio. Ahora sin embargo crecía salvaje, como si no supiera hacia dónde ir o dónde enredarse. Siempre había sido ella la que se había encargado de podarlo y cuidarlo, y ahora estaba tan perdido como él. Probablemente la nieve lo habría vencido con su peso y cuando volviera a casa lo encontraría tronchado y helado. Una angustia inesperada lo asaltó de repente… ¿Qué le diría si decidía regresar y preguntaba por su jazmín?

Hacía años que no nevaba de aquella manera. Incluso los informativos aconsejaban no coger el coche si no era imprescindible. El primer mareo del día la pilló sola, en la ducha. Cuando se lo contó, él le regañó como a una cría. Era la tercera vez en lo que iba de semana, y aún así no había manera de convencerla para que fuera al médico. Ella le quitaba importancia, seguro que era de la tensión, decía, nada que no se le pasase con una Coca-Cola. El segundo mareo le dio después de cenar y tras él vinieron los vómitos. Y antes de que él pudiera coger las llaves del coche, ella se desplomó. Fuera, las carreteras secundarias estaban cortadas por la nieve. La ambulancia no llegó a tiempo.

Desde entonces dormía. Y él velaba su sueño. Y la miraba, y la besaba, y le llevaba su música favorita… Sólo a veces, en silencio, le echaba en cara que hubiera sido tan cabezota. Sólo a ratos la culpaba por haberlo dejado tan solo. Por no despertar. Entonces salía de la habitación, bajaba a la cafetería, pedía un café, y se quedaba allí frente a la taza, esperando, dándole tiempo para reaccionar, para que despertara aunque sólo fuera para contestarle. Más tarde, cuando regresaba y la veía allí, dormida, le pedía disculpas por haberla dejado sola, le cogía la mano y le contaba cualquier cosa, el último chisme que hubiera escuchado en la cafetería. Y luego rompía a llorar…

Pero hoy no. Hoy era diferente. Hoy era su cumpleaños, o su no-cumpleaños, según se mirara. El quinto que pasaba en el hospital, aunque hacía ya tres que lo celebraban solos. Amigos, familiares lejanos, compañeros de trabajo hacía ya tiempo que habían dejado de ir. Mejor. Después de tantas noches junto a ella, de tantas reuniones con sus médicos en las que habían intentado hacerle entrar en razón, por fin había firmado… Esperó a que saliera la enfermera para sacar su regalo del cajón de la mesita que había junto a la cama. Era su última noche juntos, y quería estar a solas para mostrarle lo que había dentro del sobre. Primero leyó la carta, un par de folios llenos de guiños que sólo ella entendería, hojas escritas de madrugada en las que le decía que no sabía qué iba a hacer con sus noches cuando ella no estuviera… jamás pensó que le costaría más leerla que escribirla. A continuación, leyó en voz alta la copia del impreso. Éste era más breve. En él, daba su consentimiento para apagar la máquina que la mantenía con vida. Después de eso, todo habría acabado…

Menos para ti, cielo, para ti todo empezará de nuevoFeliz cumpleaños, amor mío.

Por una vez estaba seguro de haber acertado con su regalo . No pensaba contárselo a nadie, pero juraría que la había visto sonreír.

‘Si tú no estás aquí’ / Rosana.


Bueno, pues después de una larga e injustificada ausencia de más de 4 meses (ahí es nada), he vuelto a escribir en el foro. Y esto es lo que he colgado: breve, alegre… vamos, que lleva mi sello lo mires por donde lo mires… Qué le voy a hacer si es que… ♫♫ soy la juerga padre, la alegría de la huerta…♫♫ jeje.

El tema de esta semana lo ha propuesto Juan, y es Reciclaje.

 

 

counter for wordpress

Llevo meses sin encender el televisor, ni siquiera para ver las noticias. Imagino que el resto del mundo seguirá girando. Hambre, crisis, atentados, huelgas, desfiles de moda, guerras, olas de calor o de frío… A quién le importa… Qué importancia tiene nada de eso ahora que te has ido.

Supongo que debería tomármelo con calma. Pero lo cierto es que no es fácil encontrar algo con lo que matar las horas, algo que distraiga mi mente de tu ausencia. Soy incapaz de centrar mi atención en ningún libro. Lo intento, pero no lo consigo. Y suelo darme cuenta de que estoy dándole vueltas a todo lo que ha pasado cuando llevo ya varias páginas sin entender nada de lo que he leído.

Oír música tampoco ha resultado ser una buena terapia. Todas las canciones, todas, hablan de nosotros. Algunas me recuerdan cuánto nos quisimos, cuánto te quise; otras echan sal en la herida y me llevan al día en que volví de urgencias con una caja de ansiolíticos y un volante para el psicólogo, y tú ni siquiera me preguntaste qué me habían dicho; te limitaste a mirarme con ese desprecio que yo creía reservado para los demás, y a decirme: «Piénsate bien si te compensa seguir conmigo si es así como te vas a poner»; o a cada una de las noches que pasé llorando, echándote de menos, necesitándote tanto que pensaba que el corazón me iba a estallar, deseando que estuvieras aquí conmigo, aún sabiendo que estabas con otro. El que fuera. Los nombres dejaron de importarme hace tiempo.

Lo único que me distrae, a ratos, es tocar, sentarme frente al piano a leer con mis manos todas esas notas que antes tocaba para ti. Entonces, no me preguntes por qué, tu recuerdo se vuelve borroso, lejano, inocuo. Y durante unos minutos, mientras dura la música, consigo que no me duelas.

Luego vuelvo a enfrentarme a esta casa vacía, a la cama sin tu olor, a tu sonrisa detrás de un cristal, al sonido de tu silencio, a tu hueco en el sofá, a las palabras que no te dije a tiempo, a las mentiras que te contaste a ti misma, a las horas que pasan sin importarles que tú ya no estés aquí…

El sonido del móvil me devuelve al presente. Contesto con monosílabos. Sí. No. Ya… Me doy una ducha rápida, no tengo tiempo para afeitarme. Abro el armarito del baño y veo las muestras de cremas que dejaste dentro, tu protector solar, tu colirio. Me quedo allí de pie unos segundos, sin recordar para qué lo había abierto. Entonces veo tu cepillo junto al mío, y me echo a llorar. El timbre. Abro abajo mientras me enjuago con colutorio. Ya no lloro. Dejo entornada la puerta de arriba.

Pasa. Sí, estoy mejor, miento. No, no la he llamado, vuelvo a mentir.

No sé si espera que hablemos antes. Le ofrezco una copa. Yo no tomo nada, La medicación, ya sabes. Parece que sí, que toca hablar, al menos eso cree ella. La oigo pero no la escucho. Imagino que dirá lo que todas me dicen. Que yo valgo mucho, que tú no te merecías a alguien como yo, que tengo que seguir con mi vida… Como si supiera algo de mí. O de ti. Como si me importara su opinión.

La beso, por educación supongo. O para que se calle. Lo toma como una invitación a desnudarse, así que dejo que lo haga mientras la miro. Noto que estoy duro. Ella también lo nota. Me baja el pantalón y dice algo, gracioso, imagino, así que sonrío. Me agarra la polla y empieza a moverla sin demasiado ritmo, espero que haga mejor otras cosas. Con la mano izquierda me agarra la nuca para acercarme a ella. Me besa la boca muy despacio. Nos estamos yendo por las ramas, pienso. Pero no digo nada. Le acaricio el pelo y la ayudo a agachar la cabeza. Esto lo hace un poco mejor, aunque un par de consejos tuyos no le vendrían nada mal. Nadie la chupa como tú. Supongo que es cierto eso que dicen de que la experiencia es un grado. Pero no quiero pensar en ti. Ahora no. Ven, le digo. Mi turno. La tumbo en la cama y hundo la cabeza entre sus muslos. Ella gime, aunque supongo que sólo está fingiendo. A ti esto nunca te gustó, así que no debo hacerlo tan bien. Pero lo cierto es que me da igual. Sólo busco que esté lo suficientemente húmeda como para poder entrar en ella. Y eso hago. Despacio al principio. Luego la embisto sin contemplaciones, con toda esta rabia que guardo dentro. Ahora gime de verdad. Por poco tiempo, no creo que pueda aguantar mucho esta vez. Me corro, la aviso. Me salgo y acabo yo solo, sobre su tripa, sobre sus tetas, sobre su cuello. No sé si ella se ha corrido también, pero por si acaso no pregunto. Me tumbo a su lado, en tu lado, y le digo todas las vaguedades que se dicen en estos casos, aunque sé, igual que ella, que no la llamaré. Me deja caer que podría quedarse a dormir pero no insiste demasiado, supongo que se da cuenta de que no pinta nada aquí. Hace un último intento por sacar el tema, me recuerda que somos amigos, que está ahí para lo que haga falta. Ya…, digo deseando que se vaya para poder conectarme.Parece que lo ha pillado.

Enciendo el portátil; meto mi contraseña; compruebo que no estás conectada. Y me pregunto si habrás cenado hoy, si te habrás reído, si me habrás echado de menos. Y me siento tan perdido como el día en que decidiste marcharte, tan solo como después de cada una de las pajas que aún me hago pensando en ti, tan vacío como después de cerrar la puerta esta tarde.

Entonces tu nombre se pone en verde: «El mundo sigue girando».

Eso dices tú…

(*) Nunca había escrito nada antes para el club de los jueves. Pero la propuesta de Pat de esta semana (‘debe haber una escena de sexo’) me pareció interesante y a última hora he escrito esto.

No me ha dado tiempo a mandarlo al foro, así que ni siquiera está corregido.

Gracias al Sr. K y al Escocés por hacer una primera lectura y por animarme a colgarlo.