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– Mamá, a mí esto no me sale. No se me ocurre nada. Y además es muy difícil y tiene que ser MUY corto y yo no tengo imaginación y a mí las historias que se me ocurren son MUY largas y la prota siempre muere y…

– A ver. Para el carro. Imaginación tienes de sobra y tú lo sabes, y escribir se te da genial. Sí, no pongas esa cara. Lo que pasa es que eres muy floja y quieres que te salga a la primera. Y ahí es donde te equivocas porque escribir en realidad es rescribir y eso lleva su tiempo. Venga, a ver qué se te ocurre…

La vuelta a los días indistinguibles ha resultado ser más sencilla de lo que pensaba. Y es que si el trabajo dignifica, yo debo ser la persona más indigna del mundo: todo el santo día en pijama leyendo novelillas suecas, comiendo porquerías a deshoras o fumándome las series doblás… los que abrazamos el dudeismo es lo que tenemos 😎

Pero lo mejor de haber recuperado la vida contemplativa que tanto echaba de menos mientras estudiaba, es que, por primera vez en muchos años, tengo tiempo para Paula. Y, lo que es más importante aún, ganas para dedicárselo. Tiempo para sentarme con ella a preparar el examen de cono. Tiempo para acompañarla a comprarse su primer sujetador. Tiempo para llevármela a comer al salir del cole. Tiempo para ser yo quien le haga la tortilla por la noche, para secarle el pelo o para escuchar sus batallitas antes de irse a dormir. Tiempo, como esta vez, para ir dándole mi opinión mientras hilvanaba el siguiente relato corto:

Hace mucho, mucho tiempo, los malos de los cuentos populares se reunieron y decidieron dejar de hacer su trabajo, ya que estaban hartos de que los buenos les aguaran la fiesta. El lobo de los tres cerditos buscó empleo en la construcción, la madrastra de Blancanieves abrió una frutería ecológica, la bruja de la Sirenita se hizo pescadera y el ogro de Pulgarcito puso en marcha una cadena de zapaterías.

Desde entonces los cuentos se volvieron aburridos, porque los buenos hacían el bien y sus vidas eran normales y la gente dejó de leer. Aquella generación dejó de tener miedo y de tomar precauciones. Y así conquistamos el planeta Tierra, hijo mío. Y ahora cierra tus 9 ojos y deja de jugar con tus antenitas y duérmete – dijo el extraterrestre con dulzura a su hijo.

Que no sé qué os parecerá a vosotros, pero para tener 11 años recién cumplidos yo diría que no está nada mal… 😉 .

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‘Y, con cuidado, detuvo el Tiempo durante todo el tiempo que lo deseó’ (Seda / A. Baricco)

Levantarte a las 7, meterte en la ducha dormida, entrar en el metro de lado y llegar a clase para darte cuenta- tras 20 minutos de paciente espera – de que tu profesor no va a venir, quizá no sea la mejor forma de empezar el día.

Claro que podría haber sido peor, me digo…

El Furby podría haber venido. Y yo habría tenido que oír su ceceo durante hora y media sin poder apartar la vista de esas enormes orejas peludas que tanto asco me dan.

O podría haber avisado. Y yo no habría llegado tan temprano. Y me habría perdido la niebla y las luces amarillas y la hierba cubierta de rocío y las hojas, atrapadas finalmente en montones mojados junto a los árboles.

(…)

Hace un año por estas mismas fechas mi única meta era acabar primero. Este curso me doy con un canto en los dientes con llegar al jueves sin haber tirado la toalla.

Y a veces pienso que si no fuera por estas mañanas en las que consigo, de alguna manera, detener el tiempo y caminar sin prisa y observar todas las cosas bonitas que me voy encontrando y esperar… hace un mes que lo habría hecho.

(…)

Pd.- Sí, por fin me lo he leído. Y me ha encantado. Un beso, Abu.

(…)

Añado este vídeo que Jotapé ha intentado dejarme en un comment, y no hay manera de que salga…

Lo que más me gusta de los trenes es saber que por cada uno que se va, otro llega. Sólo hay que aprender a esperar. Y aunque soy consciente de que esperar no se me da bien, estoy segura de haber aprendido cosas más difíciles este año.

La última vez que esperé un tren, lo hice durante dos horas y media. Había perdido el anterior por unos minutos, lo que me dejaba dos opciones: dar media vuelta, o sentarme en la estación hasta que llegara el siguiente…

Por suerte, puedo elegir.  Tengo tiempo de sobra y la vuelta abierta.

Mientras decido qué hacer, suena Yellow en mi móvil. Sí, ya me he despertado. De hecho, estoy en la estación… pues sí, cambio de planes… Al otro lado de la línea, Nacho lo siente por mí, pero por otro lado se alegra de que vuelva a casa antes de lo previsto, aunque no podrá venir a buscarme.

Miro la hora y llamo al Escocés. No, no estaba haciendo nada importante. Le cuento que he adelantado la vuelta. Me pregunta a qué hora llego y me asegura que estará en la estación, esperándome. Claro que estará. Él siempre está. En la estación o donde haga falta.

Voy a la taquilla y saco mi billete. Luego elijo un sitio desde el que poder observar a la gente a través de mis gafas de sol. Mis gafas de sol, además de enormes, son mágicas. Me las pongo e instantáneamente me siento invisible.

Desde mi nuevo estado de ver-sin-ser-vista, miro descaradamente a la chica de las rastas; un precioso perro blanco asoma la cabeza desde el enorme bolso de cuadros colgado de su hombro. La mujer mayor que está sentada a mi derecha también la ha visto, y hace un comentario despectivo sobre ella en voz relativamente baja. A la chica que está con ella, de unos 20 años, no le gusta su comentario y la recrimina por ello. La mujer protesta sin demasiada convicción, pero ya no las sigo. Hace un rato que desconecté el audio. Mi mirada se ha posado en una pareja de guiris que consulta su mapa con el ceño fruncido. Me acuerdo de Federico Luppi y Pepe Sacristán, borrachos como cubas gritando: ‘No, país, país!!!’ y sonrío para mí misma.

Mi móvil suena de nuevo. ‘Te quiero mucho, mami’. Contesto al mensaje y decido que es hora de estirar las piernas. Los asientos de las estaciones son como los de los hospitales, no puedes pasar más de diez minutos sin cambiar de postura. Supongo que lo hacen para recordarte que sólo estás allí de paso.

Entro en la cafetería-kiosko de prensa y me siento en la barra. No, no tienen Red Bulls. Sorpresa, sorpresa. Pues un café, solo, con 4 sobres de azúcar. Me doy cuenta de que aún me queda hora y media en la estación… No, tampoco les quedan libritos de sudokus. Pues El País mismo…

Salgo al andén y me pongo a hacer el sudoku que viene en las últimas páginas. Nivel fácil. Perfecto, así seguro que me siento más lista todavía. A un metro de mis botas hay un trozo de pan. Un gorrión llega volando desde el otro lado de la vía y se posa a dos palmos de él. Se acerca dando saltitos cortos, pero no acaba de atreverse a cogerlo. Alguien se acerca y el gorrión vuelve al otro lado de la vía. Un minuto más tarde una limpiadora pasa y barre el pan. Cuando el gorrión vuelve ya no hay nada. Too late.  Mala suerte, amigo…

Hora y media después, mi tren entra por la vía 3 con apenas 5 minutos de retraso. Miro mi móvil y veo que está casi sin batería. Queda la justa para escuchar a mi hija decirme que me quiere un par de veces o tres, pero no la suficiente para oír música. Por suerte, me ha tocado ventana. Y en sentido contrario al de la marcha, lo que es como desandar el viaje de ida. No está mal, me gusta poner a prueba mi memoria.

Ahí está la casa de piedra a pocos metros de las vías donde aquella mujer barría el porche; La vieja fábrica abandonada; El andén en el que dos niñas pequeñas y morenas se abalanzaron sobre una mujer rubia que se agachó para poder besarlas; Los graffittis en los muros de aquella estación en la que el tren no paró; Margaritas, amapolas y jaramago, campos blancos, rojos y amarillos; La biblioteca a espaldas de la penúltima estación…

Fin de trayecto. Cojo mis cosas y bajo del tren. En el andén distingo a Paula y a Chema. Reparto besos, abrazos, maletas (al padre) y mano (a mi hija). Al pasar por las tiendas de la estación le digo al Escocés que me espere y entro en Natura. No encuentro lo que busco, pero a cambio encuentro algo que necesito.

Sólo al llegar a casa me fijo en la bolsa que me han dado. Es de papel y tiene algo escrito por los dos lados:

Un viejo indio estaba hablando con su nieto y le decía:

‘Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo enojado, violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión’.

El nieto le preguntó:

‘Abuelo, dime, cúal de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón?’

El abuelo contestó:

‘Aquél que yo alimente’.

Joder con Natura. Y yo que pensaba que era yo la intensa… 😀

(…)

En un par de semanas cogeré otro tren, sólo que esta vez llevo la vuelta cerrada.

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Escrito por: Bloody el 15 Oct 2009

blasftome dijo

Esta es ‘la Bloody’ de las canciones, ¿y ‘la Bloody’ que nos contaba historias cargadas de ironía, sensibilidad, desinhibición, contrastes y sentido del humor?.
Despues de esta pregunta-petición te envío un besazo, cargado de…. y sentido del humor.
(…)

Ay, Blas, es que no sé qué hacer… estoy tan agobiada con el tema de los comentarios anónimos, que no sé si cerrar el blog o abrirme uno nuevo en otra plataforma….

Que noooooooo, hombre, que no , jejeje….

Es que entre que tengo clases mañana y tarde, y que cuando estoy en casa me pongo a pasar apuntes y a ampliarlos vía interné, no me queda tiempo ni pa’rascarme el culo, de verdad.

Y te juro que en cuanto que tengo cualquier hueco, os leo… a ti, a Óskar, a mis Cármenes, a Charly, a Gloria, a Piru (si me doy mucha prisa, antes de que lo borre), al Escocés (en sus múltiples blogs), a JA, a Noah, a los del Club de los Jueves… y a más blogueros que ni siquiera tengo como amigos. Pero para dejar comentarios, o incluso contestar a los que me dejan en mis blogs, para eso no doy abasto…

Si tuviera tiempo para sentarme a escribir, te contaría mis experiencias como estudiante…

Te hablaría, seguro, de la profe de Nuevas Tecnologías (lo que viene siendo informática de toda la vida), una niña la mar de entusiasta (no se me ocurre un adjetivo mejor para describirla), que tiene a toda la clase encantada con su buen rollo, en plan «A medio día, alegría¡», pero que a mí me hace plantearme si no me habrán hipnotizado y estaré viviendo una regresión, de vuelta a mis 7 años…

El otro día, para que te hagas una idea, nos hizo salir a todos al pasillo y nos dijo que a esa hora tenía tanta hambre que se comería un bocadillo de cualquier cosa, incluso de sardinas… Luego nos dijo «fíjate si tengo hambre, que os veo a todos con cara de sardina… tú, sardina… tú, sardina…» (con lo feo que está señalar con el dedo a la gente…). Entonces nos hizo ponernos en grupos como si fuéramos sardinas en lata, al grito de «latas de 10 sardinas», «latas de 3 sardinas», «latas de 7 sardinas»… Como te lo cuento. Media hora nos tuvo corriendo por el pasillo tratando de formar grupos del número adecuado¡¡¡ Bueno, yo no corrí, que aunque no lo parezca, una tiene sus principios (concretamente, el principio de conservación de energía, jeje). Al final, nos quedamos en grupos de 5 sardinas. Sólo entonces pudimos volver a entrar en clase para conocer a las otras 4, que al parecer era el objetivo del ejercicio: conocernos…

No creo que puedas imaginarte mi cara, ni las cosas que pensé mientras esperaba en el pasillo a que alguien me dijera «ven, corre, que nos falta una sardina»

Y si tuviera más tiempo aún, hasta te hablaría del profe de Derecho, un imbécil con cara de follar menos que una esponja marina, que aprovecha sus clases para informarnos de que ahora la Constitución no ampara a todos los españoles, ya que los no-nacidos van a dejar en breve de estar protegidos por ella…

Por suerte, los profes de Psicología, Pedagogía y Sociología, parecen majos (y como sé que mi Admirador(/a) Anónimo(/a) se lo estará preguntando… No, aún no me los he pasado por la piedra… aunque todo se andará ).

A ver si un día de éstos encuentro un rato, me siento, y escribo sobre ello…

Mientras tanto, me temo que tendrás que seguir conformándote con mis canciones y con mis fotillos… 😉

Un besazo, mi viajero favorito, y gracias por no olvidarte de mí 😉

PD.- Si los comentarios tardan en salir, es porque cuando no estoy, dejo activada la moderación de comentarios… por la gripe A, más que nada .

13 comentarios ·

f-menorca dijo

Bueno, pues cuando te den el titulo, porque ¿aprobarás no? Piensa que te lo habrás ganado tu, pero que lo habremos sufrido todos ¡¡sniff ¡ que nos tienes mas solos que el pobrecito de Costa.

Ánimo, y ojo con las sardinas, para comerte un bocadillo es imprescindible que antes las saques de la lata.

blasftome dijo

Eres la MÁS rápida.
Me pasa por provocador(?).
Otro besazo, rápida.

Noah dijo

Pues si estás así de tiempo lo siento por tu culo, de cuando en cuando es necesario, bueno, tú ya me entiendes…
Gracias por perder el tiempo que no te sobra en venir por mi rinconcito. Yo siempre te visito aunque tengo la mala costumbre de no dar señales de vida…
Por cierto, el principio de conservación es absolutamente legítimo y necesario, ¡ah! y otra cosa, yo estudié derecho y me dí cuenta que los que los estudian tienen la misma cara que tu profe, por eso lo dejé, lo importante es vivir y f… y dejarse de legalidades.
Un beso de esos que quitan ‘er sentío’.

conciertoarte dijo

Bloody, jornadas muy intensas… saluditos!

Noah dijo

Pues no sé si tienes los comentarios pendientes de aprobación o el puñetero servidor de El País está hecho una castaña como se demuestra en estos últimos dos días pero te había comentado. En cualquier caso lo intento de nuevo y te digo que:

Pues si estás así de tiempo lo siento por tu culo, de cuando en cuando es necesario, bueno, tú ya me entiendes…
Gracias por perder el tiempo que no te sobra en venir por mi rinconcito. Yo siempre te visito aunque tengo la mala costumbre de no dar señales de vida…
Por cierto, el principio de conservación es absolutamente legítimo y necesario, ¡ah! y otra cosa, yo estudié derecho y me dí cuenta que los que los estudian tienen la misma cara que tu profe, por eso lo dejé, lo importante es vivir y f… y dejarse de legalidades.
Un beso de esos que quitan ‘er sentío’.
(copia literal de mi comentario anterior) Si ves que se duplica la cosa no tienes ‘na’ más que borrarlo.

buscopeterpan dijo

«Todo se andarà»… con sentido del humor, claro que sì, ja ja
Y esa escena del bocadillo de sardinas andante que comentas parece sacada de un relato surrealista de nuestro Club… Tiene que ser bastante inaguantable la profe.
Que te sea leve las pròximas veces que venga con hambre
Besos

Marina

Marina dijo

¿Tu profesora de informática es así de verdad? Yo tuve informática en segundo, pero no eran tan frikis… ¿cómo se llama?

¿Y el profe de Derecho? Por lo que veo hace de las clases un espacio de adoctrinamiento, ¿no?

Bueno, al menos has vivido experiencias más interesantes que yo en las primeras semanas de curso (ah… qué tiempos aquéllos…) jejeje. Yo ya estoy medio bien para ir a clase, así que avísame si tienes un huequito.

Un besote olavidiense jeje =)

karmen-jt dijo

Lo siento por lo que me toca (la disminución de tus post) pero me reconforta ver que hay alguien con tan poco tiempo como yo. O lees o comentas, pero ambas cosas…
Pero vamos, que igual consigues organizarte y todo y encontrar un ratito… (yo llevo meses intentándolo, jaja)
Un besazo y mucha suerte con esas perlas de profes.

hurano dijo

Yo iba a decir algo que, pa variar, se me ha olvidado.
(Es lo malo de comentar a estas horas).

Pero sí, sí…. yo estoy de acuerdo con Blas.
Es tan generoso y espontáneo…que nunca puede molestar.
Sólo te jode un rato pensado en qué habrá querido decir.

Pero compensa cuando lo pillas.

A mí, aun no me ha pasado (pillarlo), pero parece buen rapaz.

Por cierto, hablabas de sardinas.
Sí.

Pues no lamento haberme salido del post.

SOy un troll bueno.

(si hay faltas ortográficas…lo lees dos veces y lo pillas fijo)

Estooo, ah! que me tengo que ausentar.
Un beso.-

Nire dijo

¿Pero qué oño estás estudiando?

Catik

Catik dijo

Hola Bloody, te he leído algunas veces y hoy me he partido de risa con lo de las sardinas, está muy bien la aclaración anterior de «incluso sardinas» antes de la continuación. Ja ja ja. Un beso.

gloriainfinita dijo

Me estoy preguntando sobre que cosa pretendía iluminaros esa profe mega-guay…¿la teoría de los sistemas? o ¿simplemente pretendía enseñaros a dividir entre cinco? Ufff… Me parece que habría aprovechado el momento de dispersión para irme a la cafetería.
Lo del profe de Derecho… una pasada también, vaya… que se le ve el plumero. Tenía entendido que se iba a reformar la ley del aborto no el artículo 15 de la Constitución, pero bueno… si él lo dice.
Paciencia infinita me parece que vas a necesitar para soportar a esos dos pajaritos pero siempre te quedará la piedra ¿no?. Besos.

fernando-flores dijo

no se yo si podria aguantar a un profesor diciendo sandeces en clase. Me temo que seria incapaz de callarme y, dado el sistema seguido por la universidad española, donde la voz discrepante rara vez es retribuida (joder, el 98% de mis profesores corregian segun sus apuntes o los libros que ellos hubieran escrito… ) me temo que me iria regular.
Por otro lado, seguro que te merece la pena los estudios… y que nosotros disfrutaremos leyendote.
besos !

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Escrito por: Bloody el 14 Jul 2008.

Una de las pocas cosas que echo de menos de mi primera casa es el patio. Era pequeño, tan sólo 50 metros cuadrados, con muros blancos que lo separaban de los patios vecinos. Y en cada muro, una trepadora distinta.

El muro de la derecha estaba completamente tapizado por un jazmín que plantamos nada más mudarnos y que había que podar cada otoño. Por esas fechas se volvía tan salvaje que cuando llovía el peso del agua hacía que se doblara como los juncos. Me encantaba salir al patio por las mañanas y encontrar la mitad del césped nevado de pequeñas flores blancas. Y el olor a jazmín que lo inundaba todo en las noches de verano, cuando me quedaba horas mirando las estrellas echada en la tumbona.

El muro de la izquierda estaba cubierto por una (falsa) parra. Cuando la sembramos apenas me llegaba a las rodillas, pero en un año había extendido sus ramas duras y flexibles, enredando sus anillos donde podía y dejando claro de quién era aquel muro. En otoño se vestía de rojo, para luego quedarse sólo con sus ramas desnudas durante todo el invierno, y rebrotar con fuerza en primavera. Y cuando lo hacía, era increíble y precioso. Pocas veces he tenido una planta tan fuerte como aquella…

Lo cierto es que si hago memoria creo que recordaría todas y cada una de las plantas que he sembrado: el romero, el tomillo, el orégano, la albahaca, los guisantes, los pensamientos, los kalanchoes, el papiro, los geranios…

Aunque mi favorita era el pimentero enano, con sus flores blancas y sus frutos amarillos, anaranjados y, por último, rojos. Era como un árbol en miniatura, con su tronco leñoso de 6 años. El verano que se secó, la dejé en la maceta, porque me daba pena tirarla. Luego llegó mi madre y lo hizo por mí, sin preguntar. Y es que así es ella. Siempre dispuesta a deshacerse por ti de lo que ella considera inútil, sin contemplaciones. Lo quieras tú o no. Después puedes enfadarte, que con un «yo que sabía…» se quita cualquier muerto de encima.

Me encantan las plantas, sobre todo las que siembro yo misma. Me gusta ver cómo la tierra comienza a levantarse, cómo asoma el primer brote, cómo busca la luz, cómo crece cuando empieza a hacer calor. Me gusta ver cómo una pequeña semilla se convierte en algo tan fuerte y tan desprotegido a la vez como una planta…

(…)

La otra cosa que echo de menos de mi antigua casa, sobre todo en esta época, son los gorriones. Solían anidar en la salida de aire de nuestro cuarto de baño, y era bastante frecuente que algún pollo se cayera a la rejilla que había justo encima de nuestra bañera. En ese caso tenías dos opciones: dejarlo piar hasta que se callara, o quitar la rejilla, recogerlo y criarlo.

Con el tiempo, he ido perfeccionando mi técnica por el método de ensayo y error, y he sacado adelante a no pocos polluelos: una manopla de horno (para los que aún no tienen plumas), palillos romos, papillas, huevo duro, alpiste pelado y mucha mucha paciencia.

Me encantan los gorriones. Me gusta cuando acaban de salir del huevo, y apenas se sostienen derechos. Me gusta cuando empiezan a crecer y el cuerpo se les llena de cánulas de las que les saldrán las plumas, y los ojos se les van abriendo poco a poco y el pico se les va formando hasta que les desaparecen las boqueras. Me gusta cuando me ven acercarme y comienzan a piar pidiendo comida. Me encanta verlos aletear por primera vez, cuando descubren, supongo, que pueden volar. Y me encanta que me reconozcan y que vengan volando hasta mi hombro.

Luego, cuando les has cogido cariño, llega el momento de soltarlos, y sólo te queda confiar en que tengan suerte…

Al mudarnos a mi antiguo piso, tuve que renunciar a las dos cosas. El Nota se come cualquier planta que dejes a su alcance. No quiero ni imaginar lo que haría con un gorrión en casa.

(…)

Hace unos días vinieron a arreglar el calentador de nuestro nuevo piso. Se apagaba cada vez que te metías en la ducha. Al comprobar que todo lo demás funcionaba correctamente, dijeron que el problema podía ser una obstrucción en la salida de aire. Y efectivamente había una obstrucción. Se ve que el calentador hacía años que no se usaba, así que los gorriones habían anidado en el tubo durante unas cuantas primaveras. Había restos de unos 5 nidos y en el último, unos cuantos polluelos muertos, probablemente asados (literalmente) al encender nosotros el calentador.

Cuando llegan estas fechas no puedo evitar acordarme de todos los gorriones que he criado. Y al meter en una bolsa de basura el nido con los polluelos muertos me di cuenta de cuánto lo echaba de menos.

Quizá para compensar, esa misma tarde -aprovechando que El Nota se ha quedado a vivir con Chema- compramos esta preciosa gardenia, con sus hojas oscuras y brillantes, cuajada de capullos que en unos días se han ido abriendo poco a poco dando flores blancas y dulces.

Espero que se adapte bien a su nueva casa. La luz es perfecta y no hace demasiado calor, aunque eso no garantiza nada.

Habrá que esperar. Todos los cambios llevan su tiempo.

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Escrito por: Javier el 14 Ene 2008.

Hola soy Javier, le he pedido a Gema si me dejaba su blog para postear una cosita y me ha dicho que sí, lo que le agradezco muchísimo.

Podía haberlo hecho en el blog de Frasier que ya me lo dejó una vez, pero me siento más identificado con la espalda del avatar de Gema que con el fuego artificial o especie de huevo frito verde de Carlos, jejeje, en serio en esta ocasión me enorgullece hacerlo en el blog de Gema.

Esta historia la escribí hace unos días porque ahora cuando la leáis estaré en el Caribe tumbado en una hamaca, bebiendo ron y rodeado de mulatas……………. ayyyy que me pongo malito de pensarlo.

Últimamente pienso mucho y reflexiono bastante, seguramente porque dispongo de tiempo libre y el tiempo es algo que no me sobra. Las experiencias que estoy viviendo me han hecho acordarme de las personas con las que he compartido mi vida y con las que me temo que no me porté muy bien y cuya amistad e incluso amor no fue correspondido por mí como se merecían.

A veces fue por vividor, a veces por crápula pero otras veces por ser un cobarde, por sentir que el “tocotoc” que hacia mi corazón era suficiente síntoma para salir por patas cuando veía un atisbo de sentimiento. Tal vez mi propia vida, la de amigos y familiares, la separación de mis padres, no lo sé, pero puede que algo de eso influyera en mi actitud, eso y ser por desgracia un cabronazo en alguna ocasión.

Nunca es tarde para reconocer que he hecho daño en mi vida y por eso siempre que he podido, he pedido perdón por mis actos, es algo que no quería que se prolongara y me alegra deciros que ese perdón ha sido siempre bien admitido con algún reparo a veces, con alguna pequeña bronca otras y con algún te quiero también.

Lo más bonito que me han dicho es …. cabrón con lo que yo te quiero, y creo que me hice acreedor al adjetivo y supongo que también a su cariño.

Pero hay una persona especial, la autora de esa frase, que casada y madre de dos hijos, me está acompañando con su amistad y su cariño, de una manera que no me merezco ni de coña y que hace que me sienta como un insecto. Sin embargo ella, Almudena, está ahí y su pareja la apoya en la sombra lo cuál dice mucho de él, sabiendo como sabe que yo fui el cabronazo que hizo sufrir a su actual esposa.

Almudena es una de las patas en las que se apoya el tablero de mi vida, otra pata le corresponde a Marta, mi hermana pequeña, una maravillosa persona que supone un aliento permanente en estos momentos superior al resto de mis hermanos (debo reconocerlo).

Como con dos patas no se sostiene el tablero, tengo una tercera pata que es la del amigo del huevo frito verde, del que no tengo nada que decir, porque si lo hiciera, necesitaría una enciclopedia en vez de un post para mostrarle todo lo que ha significado en mi vida. Pero eso él ya lo sabe, han sido muchas horas jugando al mus juntos jejeje

Hay otras patas por supuesto, como mis padres, el resto de mi familia, amigos y amigas, pero debo comprender que cada uno hace lo que buenamente puede y yo no puedo pretender que reaccionen como otras personas lo hacen, porque algunas de mis reacciones a lo largo de mi vida, no han sido ejemplares en absoluto.

Además si empiezo a decir nombres seguro que algunos olvidaría y esto se iba a parecer a la ceremonia de entrega de los Goya y esa no es mi intención.

Además de lo anterior, hay una pata nueva, que no conocía hace dos meses, de una andaluza morena que me cautivó desde el primer día y que he ido conociendo poco a poco, la cuál de una manera generosa sin límite me ha mostrado su cariño una y otra vez, incluso (jejejejejeje) me ha enviado una foto de su avatar….del otro lado, una primicia según parece (que? envidia……)

Gracias a todas esas patas, estoy donde estoy, jodido pero contento. Tengo la sensación de que no merezco tantos cuidados, pero también os confieso que si no fuera por ellos, habría tirado la toalla hace tiempo.

A todas mis patas, os doy las gracias por todo lo que hacéis y os pido perdón por los innumerables errores cometidos a lo largo de mi vida.

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Escrito por: Bloody el 21 Sep 2007 –

‘No sirve de nada encontrar a la persona indicada si el momento no es el adecuado’ (Chow Mo Wan, 2046).

Creo (bueno, no lo creo, lo sé) que éstas son las primeras muestras de cine asiático que comento. Imagino que la mayoría no estaréis especialmente interesados, pero no me digáis que no queda supercool preguntarle a alguien si ha visto la última de Won Kar-Wai 8)

Aunque como todo, esto del cine de autor hay que saber dosificarlo… Tengo yo un amicido (está en la frontera entre amigo y conocido) que no ve ninguna peli doblada, ninguna donde comparta sala con más de 20 personas, y ninguna que no vaya a festivales de cine independiente – últimamente le ha dado por un director húngaro, y habla de él constantemente, como si fuera un amigo de los de pedirle dinero…

A mí esa actitud me carga un poquito, la verdad, así que la última vez que quedé con él, a sabiendas de que haríamos lo que yo quisiera, me lo llevé a unos multicines que hay al lado de mi casa, a ver Death Proof con la sala petada de gente comiendo palomitas… 😀

Sin embargo, no suele ser en Death Proof, sino en pelis como éstas, que te transportan en el espacio y en el tiempo, donde uno acaba reconociéndose en alguno de sus personajes. Y es que, aquí o en Hong Kong, en la actualidad o en los años 60 (en los que transcurren respectivamente las tramas de ambas cintas), el amor, los celos, los remordimientos, el deseo y la infidelidad, hasta donde yo sé (que es un poquillo), se sufren/sienten igual.

Estas dos cintas, que comparten personaje masculino principal, más que narrar explícitamente, están llenas de primerísimos primeros planos de detalles (como las manos de la protagonista mientras enrolla sus dedos en el cable del teléfono) que cuentan más de lo que parece.

La música -podéis comprobarlo en los trailers si le dais al play- es sencillamente preciosa, aunque sólo fuera por eso ya habría merecido la pena verlas. Lástima que en el Corte Inglés (como de costumbre) no supieran de qué les hablaba cuando pregunté por las respectivas bandas sonoras…

En cuanto al vestuario, son precisamente los vestidos de cuello mao, ajustados como guantes a los cuerpos perfectos de las protagonistas, los encargados de hacernos saber, de un modo muy sutil, que los días (en Deseando amar), y las numerosas amantes de un despechado Chow Wo Man (en 2046), pasan.

Por último, si es que he conseguido que os pique la curiosidad y os da por verlas, deciros que lo hagáis en este orden, ya que ‘Deseando amar’ (inesperada traducción del título en inglés In the mood for love) y ‘2046‘ son el antes y el después en la vida del protagonista.

¡¿Cómo que el antes y el después de qué?! ¿¿¿Pero… pero es que no os habéis enterado de nada???